El final del verano llegó,...
Como dice la canción el final del verano llegó,... y sí, todos los años sucede lo mismo. Tras el parón de las vacaciones estivales volvemos de nuevo al trabajo, a madrugar, a los atascos de tráfico, a las clases, a la Universidad, etc., y en definitiva, sin apenas darnos cuenta nos encontramos inmersos rápidamente en la misma rutina diaria que teníamos hacía unos días o semanas.
Es importante señalar que el fin de las vacaciones no tiene por qué ser sinónimo necesariamente en la persona de un estado de apatía o de sintomatología depresiva.
Si bien es cierto que determinados colectivos pueden presentar una cierta vulnerabilidad a ello, con unas pautas emocionales y conductuales, que pueden ser aprendidas, podemos hacer más llevadero este momento vital.
¿Y cuáles serían algunas de esas pautas emocionales y conductuales?
- Desde un plano cognitivo sería vital que nuestros pensamientos no interfirieran negativamente con la realidad que sí o sí tenemos que afrontar. De nada sirve plantearnos: "qué pereza, con lo bien que estaba yo en la playa, sin madrugar,... no puedo soportarlo, no voy a poder con ello". Con esta actitud u otras similares no hacemos nada más que entrar en un "círculo vicioso de pensamiento" que va a obstaculizar la adaptación a nuestra nueva situación.
- ¿Qué hacer entonces? Intentar romper ese discurso que sólo nos lleva a sentirnos peor y plantearnos de una manera racional que finaliza un periodo y comienza otro. Que hemos descansado, disfrutado y relajado en nuestras vacaciones y que gracias a nuestro trabajo diario hemos podido disfrutar de todo ello. "Que ahora toca trabajar y punto,...y mejor llevarlo con alegría"
- Podemos comenzar a trabajar, si es posible, a mitad de semana y no llegar de nuestras vacaciones el día de antes. De esta manera facilitaremos irnos adaptando poco a poco al nuevo entorno cotidiano y a las obligaciones. Así conseguiremos que ese proceso de adaptación sea más sencillo.
- Planeemos para el fin de semana realizar actividades que nos resulten gratificantes. Que finalicen las vacaciones no es sinónimo de castigo o de que ya no podamos pasarlo bien, descansar o disfrutar de lo que nos gusta y nos rodea.
- Comencemos a realizar algún tipo de actividad que nos haga especial ilusión, como apuntarnos a un gimnasio, aprender o perfeccionar un idioma, etc.
- Ser tolerantes con nosotros mismos y darnos un tiempo para volver a la rutina. Quizás tengamos una tendencia a mostrarnos impacientes y queremos conseguirlo todo en un tiempo récord. Modifiquemos ese hábito.
- Por qué no premiarnos después de un día complicado de trabajo. ¿Cómo? Por ejemplo quedando con algún amigo, prepararnos una cena especial, ver una película que nos resulte interesante o simplemente con un baño relajante.
Estas son algunas pautas que pueden contribuir a hacernos la vuelta de vacaciones un poco más sencilla. Pero no olvidemos que tenemos que intentar sentirnos bien la mayor parte del tiempo ¡y no sólo en vacaciones! La rutina y unos hábitos de vida saludables nos ayudan a mantener una vida más placentera. Disfrutemos los 365 días de año y no solo en vacaciones. ¡Podemos conseguirlo!
Gemma del Val Peralta. Psicóloga Sanitaria y Forense