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Hacia dónde se dirige la sociedad actual
Muchas de las noticias con las que despertamos diariamente en los medios de comunicación suelen ser desalentadoras, tristes e impactantes. Posiblemente, a parte de la tristeza e incredulidad que generan este tipo de titulares pueden mezclarse con otras emociones que van desde la impotencia, pasando por la frustración o el sufrimiento. Lo peligroso es que se esté normalizando, que la sociedad no despierte y le genere indiferencia.
Son noticias que transmiten sucesos y acontecimientos crueles que hacen referencia a guerras, atentados, asesinatos, violaciones, suicidios, acoso escolar, robos con intimidación o de otra índole. Sin temor a equivocarnos, se puede afirmar que no se entienden desde los parámetros de la racionalidad y la empatía, si lo consideramos desde un punto de vista psicológico, ni desde el cumplimiento de la ley y el ajuste a la norma, desde un punto de vista legal.
Y las preguntas que se puede estar planteando cualquier ciudadano de a pie irían en la línea de: ¿qué está sucediendo? ¿qué sociedad se está construyendo y qué legado se está dejando a los niños y jóvenes? ¿el ser humano se está "acostumbrando" a este tipo de titulares? ¿qué puede hacer cada uno de manera individual para favorecer un cambio? Lo peligroso de nuevo es que esas preguntas no se estén formulando.
Se tratará desde una perspectiva Psicológica de facilitar una serie de pautas que pueden contribuir en esta ardua y necesaria tarea de tomar medidas y concienciar de la importancia de invertir en soluciones y en prevención.
El mero paso del tiempo no va modificar el transcurso de lo que está sucediendo en la actualidad. Y sí, hacemos referencia al término "actualidad" porque efectivamente, en el pasado sucedían hechos que se están reproduciendo ahora, pero es cierto también que están apareciendo otros "fenómenos" nuevos que hubieran sido impensables a principios del siglo XX.
Que las nuevas tecnologías pueden estar influyendo, sí, pero no hagamos recaer todo el peso de lo que está sucediendo sobre ello. Esta actitud posiblemente sea la más sencilla y un mecanismo de defensa inútil para no asumir la parte de responsabilidad que corresponde a cada uno como adultos "civilizados". Adultos que tienen un cargo, una posición o una función en la sociedad. Es clave no mirar para otro lado y no evitar enfrentarnos a una realidad que está ahí y que está "pidiendo a gritos" soluciones adaptativas a la nueva realidad social.
La Psicología puede ayudar.
Sería importante transmitir desde los diferentes ámbitos de la sociedad (familia, centros educativos, política, medios de comunicación, cinematografía, etc.) mensajes congruentes y no discrepantes en la línea de una educación en valores y premisas dirigidos a:
· No permanecer indiferentes ni resignarnos ante determinadas actitudes o situaciones. Es importante comprometerse con la sociedad y esforzarse de manera individual para promover un cambio "en positivo". Si pensamos yo no puedo hacer nada, que lo hagan los demás, etc. Esa actitud conduce a permanecer inmóviles, en una burbuja de seguridad y a adoptar, en muchas ocasiones, una actitud egoísta al no vernos afectados o involucrados directamente ("no va conmigo, que se ocupen otros, etc.") El cambio no se gestiona así. Pensemos en primera persona qué puedo hacer yo y en qué medida puedo contribuir.
Preguntarse
¿qué hacemos cuando presenciamos algún tipo de acoso?, ¿nos ponemos del lado
del acosador y nos convertimos en cómplices o tomamos algún tipo de medida que
ayude a la víctima?, ¿y si escuchamos gritos o peleas en la casa de al lado? ¿cedemos
el asiento en el transporte público a personas que lo necesitan?, ¿cómo es
nuestra conducta cuando conducimos?, etc.
- Qué poco valor se da a la vida humana en general y en particular desde algunos sectores, ¿quién es un ser humano para quitarle la vida a otra persona? Eduquemos en el respeto a la vida. Y por supuesto, en un modelo jurídico que establezca una pena acorde con el delito cometido y que favorezca el cumplimiento de las leyes. Así, se interiorizará que lo hechos delictivos tienen consecuencias serias y que no van a quedar impunes. El modelo de aprendizaje es vital para la modificación de conducta.
- Eduquemos en el pensamiento crítico. Favorecer una educación que persiga la excelencia y la rigurosidad. Que los jóvenes aprendan a pensar y a tomar decisiones por sí mismos, configurando un criterio sólido y argumentativo, capacitándoles así en la defensa de sus ideas e intereses desde el conocimiento y sus creencias.
- La honestidad y el diálogo como base para resolver los conflictos y/o las diferencias. Parece una obviedad, pero no lo es. Sólo hace falta mirar a nuestro alrededor para darnos cuenta de que la sociedad vive "en la bronca continua". No se trata de habla más alto ni de utilizar la violencia. Tampoco de mentir. El fin no tiene que justificar los medios.
Si
"todo vale" y eso es así para todos los ciudadanos, la sociedad está
yendo hacia una deriva en la que quien naufragan son las personas y
especialmente los menores.
- Respeto y tolerancia hacia las opiniones y derechos de los demás, así como a la diversidad. ¿Dónde está escrito que todos tengamos que ser o pensar igual, que tú opinión sea más importante que la mía o que tú tengas más derechos que yo por el simple hecho de tener más poder o un nivel sociocultural superior?
- Favorecer la capacidad de llegar a acuerdos y consensuar posturas por muy diferentes que sean. Entender que somos seres racionales parece una obviedad, sin embargo, en muchas ocasiones parecemos regirnos por comportamientos irracionales y primitivos siendo incapaces de encontrar puntos de conexión y de enriquecimiento mutuo.
- No emplear el insulto, la violencia física y/o psicológica como modelo de relación con los otros. Quizás en este punto sea necesario incorporar un aprendizaje en entrenamiento en habilidades sociales y de resolución de conflictos. Este tipo de acciones están siendo reproducidas por los menores que copian aquello en lo que están inmersos y son sus modelos de referencia.
- La empatía como base y principio fundamental que debe "trabajarse" desde la niñez. Qué importante es saber escuchar y ponerse en lugar del otro para poder entenderle y comprender sus emociones. Aprender a manejar y superar el egocentrismo, no centrándonos exclusivamente en "nuestras necesidades" como modelo básico de relación con los demás.
- Aprendizaje en asertividad y no en agresividad. Que defender los derechos asertivos sea una expresión sana de nosotros mismos sin necesidad de recurrir a un lenguaje agresivo. Ser capaces de cuidar el contenido, pero también la forma de expresarlo.
- Involucrar desde el periodo de la niñez en actividades y actitudes solidarias de apoyo y ayuda a los demás. Ayudará a comprender mejor las necesidades de los otros y a descubrir formas de vida diferentes. No normalizar la vida individual de cada uno y considerarla "la correcta". Hay vidas muy diversas y entre ellas, algunas que necesitan el apoyo y la solidaridad de aquellos entornos más privilegiados para sobrevivir y tener una vida digna.
Es vital promover el
cambio y un reajuste de todo aquello que está resultando ineficaz, inválido y/o
perjudicial para la sociedad actual. El primer paso es ser conscientes de ello y
reconocer esa necesidad para después mostrarse proactivos, instaurar los
objetivos adecuados y las estrategias viables para alcanzarlos. El esfuerzo
merece la pena. Sin esfuerzo no hay cambios ni logros y sin ellos no hay transformación
posible.
Gemma del Val Peralta
Psicóloga Sanitaria y Forense