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La familia en tiempo de Coronavirus: hagamos de ella nuestro búnker.
Desde un punto de vista psicológico podemos señalar que la población en general y las familias en particular hemos vivido un momento convulso, incierto y que ha generado, como mínimo, desasosiego.
La incertidumbre generada en distintos ámbitos como el personal, económico y social en relación a cómo iba a evolucionar esta pandemia y sobre sus consecuencias, trasmitía en numerosas ocasiones, emociones como el estrés, la ansiedad, la tristeza o el miedo.
Sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que existe un "antes y un después" a raíz de lo que está sucediendo en el mundo. Estamos tratando de "reajustar nuestras vidas", pero desconocemos todavía los detalles concretos de este proceso de cambio y de adaptación a la nueva situación, porque nos encontramos aún inmersos en él.
En este contexto, seguimos realizándonos algunas preguntas sobre ¿Cómo han viviendo las familias con hijos menores el confinamiento? Y aquellas familias cuyos progenitores estaban separados y tenían una guarda y custodia compartida o una exclusiva con un régimen de visitas a favor del otro progenitor, ¿Cómo gestionarán sus relaciones en el futuro? ¿Acaso nos hemos olvidado tan pronto de todas estas cuestiones?
La mayoría estaremos de acuerdo con que "nada será igual" a partir de esta experiencia.
En este artículo no será posible abarcar, resolver y desarrollar en profundidad todas las interrogantes que se nos plantean en estos momentos. Pero sí al menos trataremos de extraer un denominador común: tenemos potencial suficiente para que la sociedad y sus "nuevas relaciones" sigan siendo gratificantes.
También debemos hacer mención especial a todos esos niños y adolescentes que con su actitud y comportamiento han demostrado su madurez, su valentía y su capacidad de adaptación.
Y de igual manera, destacar a aquellos padres que con su esfuerzo y cariño continúan siendo un modelo ejemplar para sus hijos.
Muchas familias se han encontrado desbordadas. En apenas un mes, su situación laboral y familiar, entre otras, dio un giro radical. En un mismo entorno, a veces minúsculo, tuvieron que convivir todos los miembros de la unidad familiar, y desempeñar cada uno funciones muy dispares.
Por un lado, el adulto, realizando multitareas, compaginando sus obligaciones laborales con el rol de profesor, de padre o madre de sus hijos (con todo lo que eso conlleva). A la vez, asumía el rol de hijo, atendiendo a sus padres de edad avanzada y preocupado por si alguno de ellos enfermaba o si tristemente fallecía, en cuyo caso tuvo que gestionar el proceso de duelo en unas circunstancias atípicas.
Por otro, los menores, con las tareas escolares que los colegios les enviaban desde las plataformas digitales y que debían ser supervisadas por los padres, los cuales se veían obligados a escanear los trabajos de sus hijos, revisarlos, resolver dudas, enviarlos, etc. Y en ocasiones, compartiendo un mismo ordenador o dispositivo para varios hermanos o incluso sin poder tener acceso a ese medio tecnológico. Si echamos la vista atrás, parece que ha pasado mucho tiempo de todo aquello, y sin embargo hace apenas un año.
En esta vorágine de vida, algunos padres llegaron a sentirse desesperados y estresados porque el día tenía y tiene solo ¡veinticuatro horas! Y "no salían las cuentas".
Tenían que trabajar ocho horas y, entre tanto, encargarse de explicar los temas escolares de las diferentes asignaturas (a veces a varios hijos), incluida Natural Science (¿Ciencias Naturales? ¿Por qué en inglés?) y Plástica (con lo que eso conlleva), resolver dudas (quizá mirándolo previamente en YouTube); ir a la compra; preparar la comida, el baño de los niños; gestionar las rabietas, las peleas entre hermanos, el desajuste de horarios; controlar el tiempo de uso de la PlayStation o de Instagram de los adolescentes...
En definitiva: un trabajo agotador y que llevaba asociado un desgaste personal y emocional.
Esta era la rutina a la que muchas familias tuvieron que enfrentarse . Y se complicaba aún más si todas esas funciones eran asumidas por un solo progenitor. Unas veces, porque es el que ostentaba la guarda y custodia; otras, porque se trataba de familias monoparentales o porque eran familias en las que, a pesar de convivir ambos progenitores, es uno de ellos el que asume todas esas responsabilidades mientras que el otro "hace su propia vida" (con el estrés añadido que esta situación conlleva).
Ésta pudo ser la dinámica del día a día de muchas familias españolas, y nos gustaría transmitirles que todo el esfuerzo realizado se ha visto recompensado por los magníficos resultados obtenidos.
Con buenas dosis de paciencia y de serenidad vamos superando estos momentos complicados y atípicos.
No nos exijamos ni entonces, ni ahora, ser perfectos, prioricemos y seamos tolerantes con los demás y con nosotros mismos. Valoremos lo que tenemos, trabajemos en equipo y hagamos de la familia nuestro refugio.
Desde un punto de vista legal, en paralelo con lo anterior y como otro factor de angustia y desasosiego personal, debemos añadir la incertidumbre en la que las autoridades nos han tenido inmersos a todos los ciudadanos. Con constantes cambios de criterios, inefables posibles soluciones a las necesidades básicas, que cambiaban de un día para otro (y que se mantiene) y con la consiguiente incertidumbre sobre qué sucederá con nuestro futuro.
Es importante acudir a profesionales que nos informen de la realidad y nos faciliten pautas que nos ayuden para poder reconstruir nuestro futuro, de tal forma que al menos tengamos alguna certidumbre.
Igualmente se están produciendo múltiples variaciones en nuestras "situaciones legales" (contratos, hipotecas, convenios reguladores, procedimientos judiciales pendientes...) sobre las que si estamos informados podremos manejarlas mejor.
Una mínima seguridad en nuestro particular universo íntimo nos servirá para afrontar esta ignota situación con más y mejores recursos.
Estamos saliendo adelante, pero si lo hacemos con información y seguridad tomaremos mejores decisiones, no incrementaremos la incertidumbre ni tampoco el dolor que ya de por sí nos está generando esta complicada situación de pandemia.
Gemma del Val (Psicóloga Sanitaria y Forense)
José Luis Castellano (Abogado)